martes, 21 de agosto de 2018

Conocimiento y espiritualidad... Una visión para entender.

Después de haberle expresado unas palabras al Dios que adoramos los JW, escribo este ensayo para compartir algo que he entendido. Quizás estas palabras, en un día cercano, lleguen a las personas indicadas para que se expanda, como parte del conocimiento que necesitamos para el futuro.

Antes de comenzar, quiero explicar por qué prefiero llamar a Jehová como Yehóvah. Es simple. En inglés, el idioma de la sede central de los JW, el nombre se pronuncia así en esencia, no con "J" sino con "Y", mientras que la acentuación se encuentra en la "o". Prefiero acercarme más a la pronunciación correcta, porque la "J" es tosca y violenta, no se utilizaba en el hebreo, hasta donde sé. Tendría que ser lo mismo en el caso de Jesús, cuya pronunciación es Yeshúa, pero más importante para mí es el nombre del Padre de Jesús, pues es el personaje más importante de todo universo que exista.

Así pues, el nombre del Dios verdadero es YeHóVaH, y allí está el tetragrámaton original. Existen razones para creer que así fue y será siempre la pronunciación correcta del nombre. Una variación probable sería YaHóVaH, pero por lo menos estamos más cerca de lo correcto en ello. Si alguien es más detalloso en este tema, creo que podríamos pensar en la pronunciación YæHóVaH.

EL PROBLEMA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

El hombre está buscando la creación de la inteligencia artificial, y creo que no es correcto eso. Aunque el hombre no lo entiende a cabalidad, la verdad es que es algo incorrecto desde el punto de vista de Yehóvah, simplemente porque no tenemos calibrada la relación entre nuestra inteligencia y nuestra espiritualidad. Yehóvah nos creo con esa dualidad en nuestro cerebro, como seres capaces de conocer y entender las cosas, y a la vez manifestar cualidades espirituales, entre las que están la intuición, la creatividad, el amor y otras cosas que trascienden el simple hecho de percibir las cosas.

Los dos hemisferios del cerebro tienen funciones complementarias, y son dos porque así es la esencia del ser inteligente. Tenemos dos mitades que se complementan para que nuestro ser tenga validez ante sus ojos. Si omitimos una, no vamos a funcionar correctamente. Y aquí hay, pienso yo, un secreto que descubrí al asociar todo lo que existe en el propósito divino con la imagen del hombre perfecto.

Para Yehóvah, los dos hemisferios de nuestro cerebro fueron representados en los dos árboles que estuvieron en el centro del Jardín de Edén: (1) el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, que representa la percepción con propósito, la adquisición del poder para controlar la realidad, y (2) el árbol de la vida, que representa lo que nos mantiene vivos, es decir, el espíritu.


El espíritu es lo que es dador de vida; la carne no sirve para nada. Los dichos que yo les he hablado son espíritu y son vida. (Juan 6:63.)

Cuando el hombre decidió comer del fruto del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, decidió gobernarse por sí mismo, sin la intervención de Yehóvah, y de allí surgió el sufrimiento que tenemos todos los días, en todas partes. El hombre quiso asumir el control de todo lo que encontrase en su vida, porque en esencia conocer algo es controlarlo. ¿Por qué el hombre desea seguir aumentando en conocimiento? ¿Simple curiosidad? No. El hombre desea conocer todo para someterlo bajo su control, y de esa forma, según él, mejorar su forma de vivir. Lamentablemente, al hacer eso sin el equilibrio que Yehóvah estableció para él, se dio por construir una Bestia, un sistema de gobierno que lo controla todo, bajo la dirección de algo parecido a la inteligencia artificial según se concibe.

El querer controlar todo, sin la influencia de la espiritualidad, lleva a la consecuencia final: La muerte. No podemos simplemente creernos dioses. Dependemos de nuestro Creador, al final de cuentas. No podemos desconectarnos de la fuente de la vida.

Después que el hombre fue expulsado del Jardín, Yehóvah le cerró la entrada a su santuario original, porque no era correcto que el conocimiento se utilizara de manera egoísta y para un hombre que viviera para siempre sin su dirección. Hubo una restricción de Yehóvah en cuanto a su espíritu santo, y esa restricción terminó con la entrada de Jesús en el mundo y el derramamiento de su espíritu sobre la congregación cristiana. El hombre por fin tenía un acceso a la espiritualidad correcta, la que le dará vida, pero con las condiciones de Yehóvah, lo que nos lleva a un equilibrio entre ciencia y espíritu.

La ciencia sin la espiritualidad conoce las cosas de manera imperfecta. Aquella estupidez académica llamada teoría de la evolución es un caso, por mencionar un ejemplo. La ciencia quiere entender cosas que solamente pueden entenderse con la espiritualidad. Un choque directo contra la pared vino en la física cuántica, incomprensible y difícil de abarcar. Y hasta ahora, Yehóvah le ha permitido al hombre llegar a cuenta gotas a entender cosas que al final de cuentas no podrá dominar.

Por ejemplo, la inmortalidad no le pertenece al hombre que quiere solo el conocimiento y el poder mientras desecha la espiritualidad. Ahora se ha dado cuenta el hombre, justo al umbral del nuevo mundo de Dios, que la vida eterna está en el perfeccionamiento de los telómeros de los cromosomas. También ha podido visualizar hace poco que nuestro sistema solar se parece a una célula, con una "membrana" que lo separa de todo lo demás. Y están por descubrirse cosas que pondrán a prueba nuestras intenciones... ¿Qué queremos? ¿Un conocimiento alejado de Yehóvah o uno que nos permita alcanzar la vida plena, según el propósito de nuestro amoroso Creador?

La inteligencia artificial es una monstruosidad sin la espiritualidad. Un ser artificial capaz de conocer y entender las cosas, sin la espiritualidad, llegará a una conclusión inequívoca: el hombre, en su condición actual, es un PROBLEMA que debe ser eliminado. Y muchos se dan cuenta de ello. El loco camino que tomó Adán al rebelarse contra Yehóvah lo llevará inexorablemente a la destrucción, porque no se puede conocer sin la intención espiritual. No se puede lograr la vida sin el conocimiento que Yehóvah nos provee, un conocimiento saludable y adecuado para seres que estamos hechos a la imagen de él.

Y aquí viene la clave para entender la realidad del drama de este mundo. El hombre, en su afán de construir un orden mundial controlado por su propio conocimiento, en la forma de un gobierno que no tiene compasión, amor, entre otras cualidades espirituales, está formando una Bestia. Y es inevitable esperar que esa Bestia se ponga como objetivo unificado la destrucción de todo vestigio de espiritualidad en el mundo. Porque una inteligencia artificial sin espíritu es eso, una amenaza para la poca espiritualidad que pueda manifestarse en este mundo. Y es así como entendemos que en el momento señalado, el conjunto de poderes representado por los diez cuernos de esta Bestia se encargarán de destruir el sistema religioso mundial.

Esto es la lógica de lo que Yehóvah nos permite entender. Y sé que se requiere de mucha intuición el llegar a esta conclusión, pero así es cómo la espiritualidad nos lleva a ver las cosas desde una perspectiva mucho mejor. La destrucción de Babilonia la Grande tiene que ocurrir sí o sí. Y, como es de esperarse, la amenaza contra la religión correcta también viene. Porque así se resumen las consecuencias de la rebelión de Adán: un gobierno que al final le lleva a la destrucción, por haber rechazado la parte espiritual que le correspondía.

Esta perspectiva también se pone de manifiesto en el conflicto entre el Rey del Norte y el Rey del Sur. En esencia, se trata del dominio de un gobierno sin espiritualidad y su ataque contra otro que se considera espiritual, pero sin la guía de Dios. El Sur, en realidad, y esto lo digo con intuición, es la cristiandad, la ciudad que espiritualmente es como Sodoma y Egipto. Esa cristiandad se esparce entre el Imperio Angloamericano, la Unión Europea y otros poderes que todavía se consideran "cristianos". El Rey del Sur es fundamentalista en cuanto a creencias evangélicas extremistas. Y eso es una amenaza para un Rey del Norte que no tolera la influencia de la religión, representado por Rusia, China y otros poderes más. Eventualmente, habrá una confrontación que el hombre no entiende del todo, pero que es lógica y consecuente.

Lo mismo ocurre a nivel individual. Nosotros tenemos una lucha también en nuestro interior. Hay una inconsistencia entre nuestra mente y nuestras palabras, y eso se manifestó en el drama de la Torre de Babel. Yehóvah estorbó el desarrollo del hombre mediante la confusión de lenguas, porque en esencia cada uno de nosotros no tiene el control pleno de nuestras intenciones al no haber concordancia entre lo que pensamos y lo que expresamos. Pero se permitió esto solamente como un retraso en el resultado final, el gobierno mundial. El lenguaje ya no es barrera, y entonces se manifiesta a plenitud la Bestia.

No podemos tener un control pleno de nuestro cuerpo, porque tenemos la tendencia a querer controlar siempre nuestras vidas y lo que se presenta en nuestro camino sin la ayuda de Yehóvah. Estamos destinados a fracasar si no tenemos conciencia de nuestra necesidad de espíritu. Y cuando actuamos mal cada uno de nosotros es como si intentáramos destruir en nuestro interior la poca religión que tenemos. El que hace el mal suprime su espiritualidad. Decide que le estorba y con esa restricción de su espíritu actúa haciéndose daño a sí mismo y a los demás. Es el mismo drama mundial representado en el interior de cada uno de nosotros. ¿Lo entendemos? 

Si usted, estimado lector, capta estas ideas, podrá darse cuenta de su responsabilidad propia. Usted tiene un mundo en conflicto en su interior. Y debe ajustar sus pensamientos al propósito divino. No esperemos que el mundo cambie o que Dios intervenga sin que nosotros dejemos que él lo haga en nuestro interior. Al final, la masa de la humanidad será el reflejo de lo que hay en cada uno de nosotros. ¿Deseamos sobrevivir? Entonces, cambiemos, y de sea manera seremos dignos de vivir en mundo donde habrá coherencia entre la ciencia y el espíritu. Que su conocimiento futuro, que vendrá del Reino de Yehóvah mediante su Mesías, crezca y se desarrolle con la espiritualidad que Dios nos da, y de ese modo alcanzaremos el derecho de vivir para siempre, como Dios quiere que suceda.

Gracias por atender a esta información.
El fin ya está cerca.

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