”Serpientes, prole de víboras, ¿cómo habrán de huir del juicio del Gehena? Por eso, miren, les envío profetas y sabios e instructores públicos. A algunos de ellos ustedes los matarán y fijarán en maderos, y a algunos los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad; para que venga sobre ustedes toda la sangre justa vertida sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien ustedes asesinaron entre el santuario y el altar. En verdad les digo: Todas estas cosas vendrán sobre esta generación. (Mateo 23:33-36.)
Cuando Judá "murió" por primera vez, en 586 aEC, su estado de desolación no fue definitivo. Había una esperanza, y esta fue expresada por medio de los profetas. Un restante sería restaurado y llevado a tener la oportunidad de ser parte del verdadero Israel, el cuerpo del Mesías. En el caso de Judá, la nación fue, por decirlo así, al Seol (el Sepulcro Común de la Humanidad). De allí resucitaron los judíos, después de ser liberados del yugo de Babilonia.
Como he dicho repetidas veces, el que Judá y su sistema de adoración tuviesen cerca de 930 años en el año de la desolación... Eso es una evidencia acerca del paralelismo que hay entre el Israel físico y Adán. La muerte de Adán representó la muerte por el pecado original, así que es apropiado decir que esa muerte tiene solución: la resurrección.
Sin embargo, cuando los judíos, especialmente sus líderes religiosos (los escribas, los fariseos, los saduceos, etc.), enfrentaron el segundo juicio, esta vez, por haber rechazado al mismísimo Hijo de Dios, ya no fueron al Seol como nación, sino al GEHENA (el valle de Hinón, donde se quemaba la basura de Jerusalén). Estos líderes religiosos sabían de qué hablaba YESHUA.
En realidad, el GEHENA era algo que estaba asociado a Jerusalén, así que los enemigos de la verdad se dieron perfecta cuenta de que YESHUA estaba diciendo que ellos, como representantes de la Simiente de la Serpiente, tendrían que ser destruidos para siempre, sin esperanza de resucitar. Este Juicio del Gehena llegó, finalmente, en el año 70, cuando los ejércitos romanos trajeron desolación a Jerusalén y quemaron, literalmente, el santuario. El sistema de adoración de estos religiosos se fue directamente a la basura... Y, la verdad, esto ocurrió para siempre.
Al percibir la verdad acerca de estas cosas, no puedo menos que llegar a entender que el final del sistema de adoración de los judíos fue TOTAL. Eso quiere decir que NUNCA MÁS VOLVERÁ A EXISTIR. Así pues, si hay gente en el mundo que cree que YEHOVAH va a aprobar el levantamiento de un tercer templo, con un sacerdocio acreditado para operar a favor de los judíos, esta gente se está engañando. Cualquier intento de poner un sistema muerto a funcionar por parte de los humanos va a fracasar, y sería un sacrilegio condenable, una abominación que merece desolación.
Para los Judíos, el GEHENA fue el LAGO DE FUEGO Y AZUFRE de Apocalipsis 20. Para nosotros, los gentiles que adoramos a YEHOVAH, según la verdad de la Buena Noticia acerca del Reino del Mesías, hemos de temer ser llevados a un GEHENA simbólico, un lugar donde ocurre un cortamiento de la existencia, para siempre.
A decir verdad, las palabras que YESHUA dirigió contra los líderes religiosos judíos se cumplen, en una extensión completa, en el caso de los líderes religiosos de Babilonia la Grande. Es contra ellos que va la condenación que se declara mediante las siete trompetas que anuncia el Día de YEHOVAH. Y ese es el sistema religioso que existió desde mucho más antes que los líderes judíos existieran. Es el sistema que nació de la confusión de Babel, el origen de toda blasfemia y falsedad contra el nombre del Dios vivo. En consecuencia, ese sistema tiene que ser eliminado para siempre.
Y un mensajero fuerte alzó una piedra semejante a una gran piedra de molino y la arrojó al mar, diciendo: “Así con lanzamiento veloz será arrojada abajo Babilonia la gran ciudad, y nunca volverá a ser hallada. [...] Sí, en ella se halló la sangre de profetas y de santos y de todos los que han sido degollados en la tierra”. (Apocalipsis 18:21, 24.)
La historia del hombre dura 6050 años, desde Etanim (Tishri) de 4026 aEC hasta Etanim de 2025 EC. Los SIETE TIEMPOS SOLARES de la restricción del Gobierno Mundial terminan el 16-19 de junio de 2019. El Día de YEHOWAH viene contra Babilonia la Grande en 2022.
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